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lunes, 26 de diciembre de 2011

Evanescente

Vuelves a pensar en mí.
Yo escribo porque no puedo hablar,
Y afuera, el mundo está vacío.
Se han perdido las señales
Pero un niño juega y grita:
¡Soy tú! El azul del ancho mar,
La lagrima que triste no brota,
Porque no la dejas ser llanto
Ni sollozo al suspirar.
¡Vuelve! No nos queda nada
Ni nadie en quien confiar.
Han muerto todas las creencias,
Las razones y los símbolos
Que adoramos ante el altar.
Gritan tus ojos letanías de silencio
Donde ardieron las cenizas del amor.
Yo, beso el suelo con el aire de mis ahogos
Y pierdo la materia para ser evanescente,
Como el humo negro de la memoria
Que alimenta el fuego de los sueños,
En la tierra que nos vio nacer.
Allí, donde fuimos polvo y barro
Antes de que el vendaval devastará
 Los recuerdos que avivan tus desvelos
Por el miedo de la promesa hecha:
¡Jamás volveré a ti!
Nunca nadie regresó del otro lado
Y ya es la hora de cerrar.
Solo el viento hablará de nosotros
Cuando ya no estemos,
Pero tú bien sabes, que lo nuestro 
Nunca tendrá principio ni final.
Seremos la llama eterna,
Que ilumine la soledad,
La mía, la tuya, la nuestra,
La de nuestros corazones olvidados.
¡Arde!

(Ya nada será igual)
Jose Manuel Lucas

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