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miércoles, 11 de enero de 2012

Al otro lado

William> ¡Venga! Vamos, vamos, otra vez te vuelves a rezagar. No puedo estar tirando constantemente de ti.
Jules>  Es que estoy cansado. Cuándo vamos a parar a hacer un descanso. Mis rodillas no dan más de sí.
William> No podemos detenernos. Tenemos que continuar hasta llegar al final y lo sabes.
Jules>  ¡Ah! El final, el maldito final. Llevas doscientas páginas arrastrándome hasta allí.  ¿Y después qué?  ¿Qué vamos a hacer una vez que lo hayamos alcanzado? ¿Me dejarás descansar entonces?
William>  Yo pienso saltar al otro lado, y tú..., tú..., tú harás lo que te plazca, hasta descansar si quieres.
Jules>  Y no podemos esperar un poco antes de continuar
William> ¡Esperar! ¿A qué?¿A quién? A Godot. No ves que eso ya está escrito idiota. No podemos plagiar, tenemos que continuar con nuestra propia historia.
Jules> Si a mí me gusta nuestra historia. Hasta a ti te he cogido cariño con lo gruñón que eres. Pero no aguanto este ritmo. No tenemos ni un respiro, parece que seamos personajes de teatro, y yo..., yo soy muy tímido. No soportaría tener público; no vamos a tener público, ¿verdad?
Jules> ¡Ay! Hubiera preferido llegar hasta aquí con el estilo libre indirecto. Mucho más relajado, donde va a parar. Sentir como fluye el relato mientras se confunde la voz del narrador con la de los personajes. Lo ideal para un carácter retraído como el mío. No sé como estuve para hacerte caso y seguirte en este viaje.
William>  No te callarás...
Jules> Si lo hago los lectores se aburrirán, ¿no crees?
William> ¿Lectores? Nosotros no tenemos lectores.
Jules> ¿No tenemos lectores? Entonces..., eso quiere decir que tenemos público. Ves, lo sabía, lo sabía, ya te lo había advertido. ¿Dónde está?, y el público, ¿no los veo?, ¿son aquéllos de ahí enfrente? ¡Ay! Dime, se me ve guapo. Mira, ya me he puesto colorado. Por tu culpa. Ahora si que no pienso decir nada.
William> Pero, ¡serás idiota! Aquí no hay nadie más que nosotros dos. Bueno, y el Otro...
Jules> No me hables del Otro, que sabes que me da miedo. Y si estamos solos por qué tenemos que seguir hasta el final, ni que nos fueran a dar un premio por conseguirlo.
William> Es nuestro destino, llegar al final; y la verdad, te aseguro, no nos dará ningún premio por hacerlo.
Jules> Pues vaya con el destino, y yo que me cago...
William> Tampoco vas a ganar nada maldiciendo nuestra suerte.
Jules> Yo no maldigo, simplemente decía que me estoy cagando. Pásame una hoja, anda, aunque sea la primera, la de la dedicatoria. Gracias. No te vayas, ahora vuelvo.
William> Lo que yo decía, la literatura ha muerto. Solo quedan pastiches, efectismos o boutades.
Jules> ¡Eh! Te estoy oyendo. Quién dices qué ha muerto.
William> Ni cagando se calla. ¡La literatura es la que ha muerto!
Jules> ¡Pobre! ¿Y deja marido e hijos?
William> Dios que generación. Desamparados, eso es lo que deja, muchos desamparados.
William> Con lo bien que Jules resultaría como personaje en una novela de cruzados o en una de vampiros, en serio, no sé como al Otro se le ha ocurrido juntarlo conmigo. Si de mi dependiera se hubiera escrito una historia a lo grande, con unos diálogos dignos de ser leídos o incluso, por qué no, declamados en voz alta; en ellos se vislumbraría el poso asentado por el estilo de los maestros de la literatura y me atrevería a decir que éstos se verían superados al implementarse en este nuevo método narrativo, la técnica de la inferencia hipotética como nuevo argumento discursivo, iniciando una nueva corriente en la cual yo sería su primer y principal personaje. Sí, ¡viva el retrotrasneopostmodernismo!
Jules> ¡Uf! No veas la que he liado, por allí no hay quien se arrime en unas horas. Mira, has visto, se me han puesto las manos rojas.
Jules>  William.
William> ¿QUÉ?
Jules> Te noto enfadado conmigo. Tengo la impresión de que deseas librarte de mí antes del final. William.
William> ¿QUÉ?
Jules> He escuchado lo de la novela de vampiros; pues que lo sepas, yo sería un personaje excelente para la saga Grupúsculo.
William> No lo dudes, no habría mejor víctima jamás escrita en todo el genero vampírico.
Jules> ¡Ja! Por lo menos tendría la oportunidad de ligar con mujeres. Desde que empezamos el relato, ni una, ¡eh!, pero ni una se nos ha acercado. Tanto escuchar que a ellas les gustan cultos y mira, nada de nada. Aunque bueno, a tu lado no hay quien ligue: eres feo y antipático.
Jules>  Dime, dónde hay que apuntarse para lo de las vampiresas. Abandono, me voy a otro sitio donde me valoren y me quieran. Bien lejos de ti. Dimito.
William> Jules.
Jules> ¿Qué?
William> ¡CALLATE!
Jules> No me gusta que me grites. Me asustas.
William> Pues deja de decir tonterías y no me hagas recordarte que dependemos para todo de lo que decida el Otro. No vas a ir a ninguna parte.
Jules> Y si hablo con el Otro. ¿Me escuchará?
William> Prueba.
Jules> Y cómo lo hago.
William> No sé. Reza.
Jules> Otro, Otro, me escuchas. Otro, ¿estás ahí? Otro, ¡cucú!, Otro...    
Jules> Igual es sordo. Otroooooooooo
William> Yo que tú desistiría. Al Otro, no le importamos. Para él somos una historia más de tantas. Nos llevará hasta el final y luego se olvidará de nosotros. Nuestra única función es terminar lo que empezamos y dejar un recuerdo encapsulado que se repita una y otra vez como si de una maquina de Morel se tratase, esa fantástica invención del genio argentino.
Jules> ¿De quién? ¿De Messi?
William> Adiós a la posteridad. ¡CALLATE!
Jules> Otra vez, tú; ya me estás gritando de nuevo, me..., me alteras.
William> Jules, por favor, déjalo.
Jules> Estamos llegando al final, ¿verdad? Te noto muy resignado.
William> Eso me temo.
Jules> Qué va a ser de nosotros entonces. Cómo vamos a terminar. Tengo miedo.
William> ¿Existe algo o alguien que no te de miedo? Y yo, ya te he reiterado un millón de veces lo que pienso hacer: saltaré al otro lado.
Jules> Pero nunca nadie regresó jamás del otro lado. Planeas dejarme solo, es eso. Yo no quiero estar solo. Me da miedo la soledad. Llévame contigo. ¿Me vas a llevar contigo?
William> Sí, te llevaré si te callas.
Jules> Lo sabía, estaba seguro de que me querías. Yo también te quiero. Ven dame un abrazo.
William> Aparta, idiota. Si vuelves a besarme en la boca te juro que de una hipérbole te mando al primer capitulo.
Jules> Perdona, perdona, ha sido la emoción. Me he dejado llevar por la efusividad del momento.
Jules> William, qué vamos a hacer en el otro lado.
William> Ser libres
Jules> ¿Ahora no lo somos?
William> No, dependemos de lo que decida el Otro. Puro determinismo.
Jules> Vaya, pues yo no me había dado cuenta de que no fuera libre. Vaya problema entonces no saber cuando se es o no libre.
William> Oye, espera, diría que estamos en la última página. Sí, ésta es. Prepárate para hacer lo que yo diga.
Jules> ¡Ay! Qué nervios. Aguarda que me pongo a tu lado. No quiero equivocarme.
William> Suéltame la mano, ¡idiota! Ponte ahí, y permanece quieto, cuando yo cuente hasta tres salta con todas tus fuerzas hacía delante. Se trata de atravesar el final de la página para llegar al otro lado.
Jules> William, pase lo que pase quiero que sepas que eres el mejor compañero que  nadie podría tener, incluso mejor que lo serían las vampiresas con esos vestidos negros vaporosos con encajes...
William> ¡Cállate! Y ponte en listos. Una, dos, tres, ahora, ¡salta!
Jules> Ahhhhh
William> Ahhhhh
Jules> William, William, dónde estás, no te veo. Dame una señal. Está todo oscuro.
William> Jules
Jules> Sí, te oigo, por mi derecha, no te muevas. Continua hablándome, no temas, ya llego.
William> Jules
Jules> ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué te ocurre?
William> Abre los ojos, ¡idiota¡
Jules> ¡Joder! Qué susto. Por un momento pensé que estábamos muertos. No estamos muertos, ¿verdad?
William> No estoy seguro de eso.
Jules> Pero, ¿hemos cruzado al otro lado?
William> Tampoco estoy seguro de eso. Nunca antes lo he visto.
Jules> A mí me parece que estamos en el mismo sitio. Bueno, no podría afirmarlo categóricamente. Aunque sigo sin ver mujeres, eso sí.
Jules> ¡Oh! William, mira. ¡Mierda!
William> ¡Mierda!
El Otro> ¡Fin!


Jose Manuel Lucas

2 comentarios:

  1. me encanta porque junta cosas de mis dos libros queridos: Niebla y Godot, y además parece que esas cosas a las que temen y tienen miedo y a las que hacen referencia realmente estuvieran ahí, sin llegar a tener que decir lo que es. Y los diálogos se cuadran perfectamente entre los dos. Veo un campo y a la vez el despacho de Unamuno o un cuadro del campo en el despacho de Unamuno y ellos dos mirando cosas que a mí también me dan miedo. Lo que no me gusta te lo cuento por otro lado.

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  2. Godot está claro que rezuma por todas partes, por eso lo nombro; en cuanto a Niebla, ¡uf!, no sé yo, Unamuno me queda demasiado grande, pero sí, a mí también me dan miedo las mismas cuestiones. Gracias por tu comentario. (Tienes razón en lo que no te gusta)

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