Menu

sábado, 24 de septiembre de 2011

Expiación - Ian McEwan

Detrás de cada palabra escrita por un autor en cualquiera de sus novelas, invariablemente se inscribe en las mismas una parte de su ser, de su percepción y forma de entender lo inmutable de una realidad inconsistente que se nos escapa en la cotidianidad de nuestras vidas pero que en la esfera de lo literario, merced a la ficción, a lo maleable de la verosimilitud, puede permitirse alcanzar la fijación de verdades que nunca fueron o de mentiras que son ciertas. Traspasar en definitiva al autor a través de su obra, puesto que éste siempre estará en todo lo que escribe y a su vez no será nada de lo que ha escrito. De esta forma, el simple bosquejo esgrimido por el propio McEwan, en la novela, sobre una historia sustentada en “un joven y una joven que se encuentran junto a una fuente, claramente unidos por no pocos sentimientos sin resolver entre ellos”, nos sirve para obtener la esencia de un relato, que se desarrolla en el marco de una familia pudiente de la campiña inglesa durante el caluroso verano de 1935 en el cual los personajes uno a uno nos son presentados con sus preocupaciones y anhelos inmediatos, con las relaciones que los unen y los separan: la soñadora Briony que comienza a perder los restos de una infancia que nunca volverá; su hermana mayor, Cecilia, hastiada de un mundo dónde no encuentra la dirección hacia la cual avanzar; León el hermano afable al que todos estiman; Emily, la no tan ecléctica madre, generalmente incapacitada por sus repetidas jaquecas; y el siempre ausente padre, Jack; todos ellos conforman la familia Tallis, a la cual se añade Robbie Turner, hijo de la sirvienta y protegido del señor Tallis. La irrupción de otros personajes en aquel verano de 1935, así como el devenir de un inesperado suceso, romperá la aparente estabilidad de la familia Tallis, sobre todo por la culpa de un error que marca la perdida de la inocencia y el comienzo de una vida que habría de ser vivida en una habitación sin puertas. Solo el transcurso del tiempo y la entrada en la II Guerra Mundial, con la crueldad que ambos hechos comportan, serán capaces de devolver la esperanza de una ansiada redención en la que la única solución posible sería que el pasado nunca hubiese acontecido, o bien, en un ejercicio de metaliteratura, reescribir el mismo a modo de expiación.
La prosa de McEwan apenas se deja sentir sobre la lectura consiguiendo que las palabras nos sumerjan en la historia y en las vidas de sus personajes con un estilo refinado que deleitará tanto a los menos asiduos como a los más avezados lectores que decidan aventurarse en las hojas de Expiación, si bien también habrá quienes les suceda como a Joey, uno de los personajes de la aclamada novela de Jonathan Franzen, Libertad, el cual no consigue interesarse en la lectura de esta excelente obra de Ian McEwan.  

Jose Manuel Lucas

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar