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jueves, 26 de noviembre de 2009

Amor para llevar

Hay un hombre desnudo en tu cocina, 
— No creas en el amor, ¡no existe!. Te dice mientras te baja las bragas.
Tú, estás sentada sobre el granito de la encimera, tus piernas y nalgas comprueban la frialdad del mismo. Expulsas el humo de la última calada de Lucky. No es la primera vez que te acuestas con Luis, esta vez la escena te resulta extraña, ajena a lo que tu eres.
— No dejes que el dolor hable por ti. Le respondes, a la vez que aproximas la cara junto a la suya en busca de sus labios, no tardan en encontrarse vuestras lenguas, con la tuya bordeas sus labios, él te corresponde introduciéndola en la boca, os fundís en un largo beso, moviendo los labios, la lengua, vuestras caras a izquierda y a derecha. Te muerde suavemente la parte superior de tu boca, se te escapa una sonrisa, estáis entrelazados. Posa sus manos sobre tus hombros, lo rodeas con los brazos por la espalda, ambos os sentís atrapados por el deseo. Con una de sus manos te retira el cabello que cae sobre ambos lados del cuello, lo aparta hacia un lado dejando desnuda, indefensa a sus manos esa parte de tu piel, vuestras lenguas ávidas continúan su roce en el interior de vuestras bocas, sientes sus dedos deslizarse por tu cuello desde la altura de los hombros hasta la nuca, continua acariciándote por debajo de tu rubia melena. Te gusta esa sensación, quieres que siga, por eso lo aprietas más hacia ti con tus brazos. Ahora desliza su otra mano totalmente extendida por lo alto de tu pecho sin llegar a cubrirlos, justo por debajo de la clavícula, tus pezones están duros, tus poros notan sus dedos bajar por el camino abierto entre tus pechos, va dibujando el contorno de los mismos hasta alcanzar el borde junto a la axila. Te estremeces cuando con su mano envuelve cálidamente la totalidad de tu pecho izquierdo, abarca tu seno firmemente sin apretarlo, se recrea con él en su mano; arrebatada, le clavas los dedos en la espalda mientras él juguetea con tu pezón entre la abertura de dos de sus dedos, los desliza de arriba abajo oprimiéndolo suavemente. Su boca se escapa de la tuya para besar la mejilla, beso a beso aterriza en tu cuello, entre sus labios su lengua apenas asoma para juntarse con el sabor de tu piel, con otro beso alcanza la zona que hay detrás del lóbulo de las orejas, te susurra al oído,
— No es el dolor, sabes que es la puta verdad.
— Cállate, bandido, ¡cállate¡, esto no se hace, esto no se hace... 
— Yo no hago nada, te dice volviendo a besarte, su mano ahora colocada sobre tu muslo, asciende inexorablemente hacia tu sexo, estás húmeda, inundada de deseo, sus manos se detienen justo a la altura de la ingle para retroceder por el camino de tu muslo, él esta erecto, con una de las manos alcanzas a cogérsela, sientes su dureza, la acaricias entre los dedos, le oyes exclamar un roto gemido, su mano vuelve a la altura de tu sexo, esta vez para quedarse, sus dedos junto a la palma de la mano acaparan tu vulva, tu monte de Venus, cubre casi todo tu placer con su mano.
— Solo íbamos a charlar y echar un Lucky, bandido, eres un bandido...
Tus labios apenas oponen resistencia, abriéndose a sus dedos que encuentran tu clítoris, lo rodean, alternativamente suben y bajan alrededor del mismo, ahora por la izquierda ahora por la derecha, uno de sus dedos se hunde en tu vagina, tienes la sensación de que el coño te arde, quieres más, 
— ¡Metémela!, entre le ordenas y le suplicas.
Obediente a tus instrucciones, ligeramente de puntillas, arrima su pene entre tus piernas, y lo ubica justo en la abertura de la vagina, estáis tan excitados que la penetración se produce sin esfuerzo, de forma rápida, suave, ya esta dentro de ti, pero no, esta vez no solo ha entrado en tu coño, ha penetrado en tus miedos, en el sentimiento de culpa. Él continua moviéndose cadenciosamente dentro de ti, te besa, te rodea con sus brazos,
— Acaba ya, por favor acaba ya, piensas para ti, pero acabáis de empezar, no quieres que se pueda enfadar contigo, ni que pienses que eres rara, a fin de cuentas, también deseabas que pasará, por eso lo has invitado a subir a tu casa, si has sido tú, tú tienes la culpa de todo, ahora no le puedes hacer esto, no Laura, no lo puedes dejar así, Luis te gusta, ese el problema te gusta de más, pero, no, así no puedes, es agradable, es dulce, es joder quien te esta robando el corazón,  mierda, acaba ya, ¡acaba!
Él continua follándote, ajeno a lo que piensas, a lo que sientes, en un rato terminará, os fumaréis otro cigarro, hablaréis un rato, y lo invitarás a marcharse, otro día volveréis a quedar.
— Quizás tenga razón, piensas mientras él se corre, el amor no existe, pero, ¡como duele!


Jose Manuel Lucas


3 comentarios:

  1. Bueno, hola a todos. Soy Mª Ángeles, no sé demasiado bien como funciona esto del Blog, estoy investigando sobre la marcha.
    Vaya un texto para empezar, fuera timideces desde ya, para qué ir poco a poco si podemos tirarnos de golpe.
    Antes de nada, me gustaría decir que adoro el trabajo que estamos haciendo en el taller y ahora en este lugar de comunicación digital. Me gusta formar parte de esto.
    También quiero decir que los comentarios que me atreva a hacer, ahora y en el futuro, tienen una intención constructiva y pedagógica (tanto para otros, como para mi), así que espero que nadie se moleste.
    Y una vez hechos estos incisos, entremos en materia.
    El retalo en cuestión, el primero y el único, me gusta bastante. Sin duda buscaría más textos del autor para seguir indagando en esa mente morbosa.
    Me ha gustado especialmente la voz del narrador que desde fuera, como un observador, le habla a ella. A lo largo del relato descubres que el narrador es ella misma que cuenta lo que pasa como si lo viviese desde fuera. No obstante, al principio, la distancia entre narrador y fémina es tangible, sin embargo, al final del relato, esa distancia se ha disipado. Me habría encantado ver esa distancia hasta el final.
    Creo que la primera descripción es demasiado larga, estaría bien introducir dialogos que la rompan un poco, eso la haría más agil (y mucho más excitante, eso de los dialogos "durante" me parece muy herótico, pero no estoy segura de si es una percepción únicamente femenina). Además se utilizan muy de seguido y reiterádamente palabras como "boca" y "labios" y hay momentos que parezca la retrasmisión de un partido de futbol, creo que es por el uso excesivo del "tú" y el "él".
    Me fascina la facilidad que tienes para introducirte en la piel de una mujer, eso sin duda también resulta muy excitante. Pero ese final es como una "patada en los huevos" (no los tengo, pero seguro que se siente así), vaya manera de cortar el rollo con la historia de la culpa. De pronto me ha parecido que te he descubierto como usurpador dentro de una mente femenina. Por mi parte, y aunque parezca muy previsible, habría preferido un final con alaridos y gritos alocados inundando la cocina, el pasillo, el descansillo de la escalera y el edificio entero.

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  2. Mi mas sincera enhorabuena por el blog.
    Felicito al autor por el relato.
    Y mucho animo para que sigáis adelante.

    López

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  3. El comentario de M. Ángeles al relato me parece genial. Yo no podría añadir nada más. Solo que me ha sorprendido el erotismo del mismo.
    Conchita.

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Gracias por comentar